miércoles, 18 de abril de 2012

Pedacito de mi corazón

A la segunda semana de estar en Europa nos avisaron que Clara se puso muy mal, tres días después se nos murió. 

Todavía no hay una explicación de lo mucho y lo rápido que se debilitó, sólo sé que tuvo todos los cuidados y la dedicación de nuestro veterinario,la encargada del hotel de perros, el amor y el cuidado de mi mamá y mis hermanos.Yo sólo pude verla dos veces por skype al final, cuando estaba en la casa de mi mamá.

El cariño que recibió de mi familia debería ayudarme a no sentirme tan mal, pero no puedo dejar de sentirme culpable de que esto le pasara mientras yo estaba tan lejos, tan impotente.

Hoy me hace tanta falta que siento un hueco enorme en el pecho. No dejo de preguntarme si me sentiría menos triste si hubiera tenido la oportunidad de cuidarla yo misma y poder despedirme.

Clarita se convirtió en mi compañera y difícilmente nos habíamos separado desde que la llevé a mi casa con tres meses. 

Le gustaba comer abejas y robarse las pastillas que le recetaban a su hermana,perseguir ardillas, dormir panza arriba en el sofá y morder las orejas y las patas de Luna.
Era incapaz de pelearse con su hermana por un hueso o una bola. Masticar piedras era su pasatiempo. 
Para ella todos los perros vecinos eran bienvenidos y estaba lista para jugar.

Desde cachorra iba conmigo a recoger a mi hijo a la escuela y los niños, las maestras y hasta el guarda se asomaban al carro para saludarla.


En las mañanas me buscaba por la ventana de mi cuarto y me llamaba tocando el vidrio con la pata. 

Mientras yo escribía ella se acostaba debajo de la mesa y yo le hacía cariños con los pies descalzos.

Cuando cocinábamos, ella se acostaba aburrida en una esquina de la cocina y cuando desayunábamos se metía debajo del comedor desde que yo empezaba a poner la mesa...

Cuando mi esposo llegaba del trabajo Clara recogía con el hocico hojitas del suelo y se las llevaba como si fueran un hueso, para jugar con él.

Eran ratitos de risas y ternura que nos regalaba durante el día, después de sólo dos años todos nos acostumbramos a su presencia, sus ladridos, sus ojitos inteligentes y su alegría.





















Después de buscar y ver tantas fotos, me doy cuenta de que Clara vivió poquito tiempo pero fue muy feliz. 
Esta es una de las últimas fotos que le tomé antes de irme, yo escribía en la computadora y ella se asomaba por la ventana como saludándome cuando pasaba jugando por el jardín.
Gracias Claris, me llenaste el corazón.

Y mientras me limpio las lágrimas, Lunita suspira dormida desde el sofá.


4 comentarios:

  1. Lloro con vos amiga. Sé cuánto se le ensancha a uno el corazón cuando ama a un perro.
    Se volverán a ver, del otro lado ;)

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  2. I am so sorry to read this. No words can make the heart feel less sad, but the joy of memories are what we can hold dear.

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